La televisión se presenta como una potente herramienta de socialización, hasta este momento habíamos hablado sólo de la red como una nueva y fuerte arma de socialización, pero la televisión la sigue muy de cerca en la puja. La formación de una sociedad con valores adecuados, se encuentra en manos de los medios. Os preguntareis si a estas alturas los contenidos televisivos son aún capaces de convertir y formar nuestra conducta, la respuesta no puede ser simplemente sí o no, es algo mucho más complicado. Los adultos se creen a salvo de estas “manipulaciones” de los medios, que no son más que las medidas tomadas para cumplir su función socializadora. Dejando a un lado los adultos (ya que quien no quiere darse cuenta de algo así está perdido), debemos comprender que sí existen personas a las que aún les pueden afectar los contenidos televisivos, estos son los niños.
Actualmente los niños se pasan horas frente al televisor, ya que aún son “demasiado pequeños” para usar el ordenador, por eso los padres se conforman con educar a sus hijos mediante la caja tonta, un medio que puede llegar a ser en muchas ocasiones igual de nocivo que la red, si se realiza una comparación de sus contenidos.
Desde la perspectiva funcionalista, la televisión como medio de comunicación de masas es una herramienta esencial para la construcción de la sociedad, pero en este proceso de construcción social, existen una serie de riesgos que pueden poner patas arriba la función de los medios. Éstos ejercen un importante papel en la educación y formación de los infantes sobre unos valores sanos y adecuados para su autosuficiencia personal en el posterior día a día. En este intento por construir una infancia sana, puede haber contradicciones que lleven al medio televisivo a provocar una disfunción, que en su final consiga todo lo contrario a lo deseado en un principio.
Existen programas infantiles y un horario específico para que los niños puedan ver la televisión, si éstos sólo ven la televisión durante el periodo de tiempo pensado por los programadores televisivos, todo es perfecto, la función se cumple. Pero, ¿si alguno de estos niños ve por despiste de los padres alguno de los programas o películas con escenas violentas o de un alto contenido sexual? En este caso, la función se iría al garete.
Una sociedad de padres agobiados y sin tiempo, decidió en su momento dejar la formación de sus hijos en manos de los programadores televisivos… los resultados no son buenos, los niños se vuelven agresivos y viven aislados del mundo real. Este hecho pone en alarma a una sociedad demasiado ocupada mirándose al ombligo y se buscan soluciones. Pero estos padres tan alarmados, en vez de reaccionar apartando a los pequeños de la pantalla del televisor, buscan de nuevo la forma en que reinventar el contenido televisivo para volver a dejar solos a sus hijos con el mando en la mano.
La gestión de nuestro tiempo es un factor clave dentro de la influencia que van a tener los medios en la forma de socialización de los más pequeños y los más grandes. Los medios de comunicación de masas deben cumplir sus funciones sociales, pero permitir o apoyar este cumplimiento se encuentra en manos de la sociedad, que es en muchas ocasiones la que crea este tipo de disfunciones.
Actualmente los niños se pasan horas frente al televisor, ya que aún son “demasiado pequeños” para usar el ordenador, por eso los padres se conforman con educar a sus hijos mediante la caja tonta, un medio que puede llegar a ser en muchas ocasiones igual de nocivo que la red, si se realiza una comparación de sus contenidos.
Desde la perspectiva funcionalista, la televisión como medio de comunicación de masas es una herramienta esencial para la construcción de la sociedad, pero en este proceso de construcción social, existen una serie de riesgos que pueden poner patas arriba la función de los medios. Éstos ejercen un importante papel en la educación y formación de los infantes sobre unos valores sanos y adecuados para su autosuficiencia personal en el posterior día a día. En este intento por construir una infancia sana, puede haber contradicciones que lleven al medio televisivo a provocar una disfunción, que en su final consiga todo lo contrario a lo deseado en un principio.
Existen programas infantiles y un horario específico para que los niños puedan ver la televisión, si éstos sólo ven la televisión durante el periodo de tiempo pensado por los programadores televisivos, todo es perfecto, la función se cumple. Pero, ¿si alguno de estos niños ve por despiste de los padres alguno de los programas o películas con escenas violentas o de un alto contenido sexual? En este caso, la función se iría al garete.
Una sociedad de padres agobiados y sin tiempo, decidió en su momento dejar la formación de sus hijos en manos de los programadores televisivos… los resultados no son buenos, los niños se vuelven agresivos y viven aislados del mundo real. Este hecho pone en alarma a una sociedad demasiado ocupada mirándose al ombligo y se buscan soluciones. Pero estos padres tan alarmados, en vez de reaccionar apartando a los pequeños de la pantalla del televisor, buscan de nuevo la forma en que reinventar el contenido televisivo para volver a dejar solos a sus hijos con el mando en la mano.
La gestión de nuestro tiempo es un factor clave dentro de la influencia que van a tener los medios en la forma de socialización de los más pequeños y los más grandes. Los medios de comunicación de masas deben cumplir sus funciones sociales, pero permitir o apoyar este cumplimiento se encuentra en manos de la sociedad, que es en muchas ocasiones la que crea este tipo de disfunciones.
1 comentario:
Estoy de acuerdo con Maria, en que el sector más desprotegido ante el fenómeno televisivo son los niños, por su inmadurez y por ser seres que no distinguen aún la verdad de la mentira, lo que es ético y lo que no...
Más que centrarme en el poder de los medios de comunicación, me gustaría hacer incapié en la educación de muchos de los niños españoles. Y es que los padres, se decantan por la televisión como solución ante las trabas que sus hijos les puedan ocasionar en su día a día.
Que si los padres están ocupados, le encienden el televisor al niño, que si éste llora, lo siento de frente de la caja tonta y todo solucionado.
Después de ver este panorama tan desolador, me río cuando la gente nos califica como "la generación de las nuevas tecnologías", ¿y entonces los que nos siguen que serán?
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