Ahora está de moda que las cadenas al principio de temporada o cuando tienen que presentar alguna serie o programa nuevo, se autopubliciten afirmando rotundamente que son una cadena de culto, objetivos, que realizan productos de calidad y un largo etcétera. Adjetivos que a día de hoy, son pocas las cadenas que lo cumplen al 100%.
El momento clave, en el que como dice el dicho “te ríes por no llorar” o cambiar de canal (esto último es aportación personal), es cuando el director de la cadena introduce en su discurso el tan explotado argumento basado en el poder que ejercen los medios de comunicación en la sociedad, seguido por aportaciones como: “por eso tenemos que cuidar el contenido de nuestros programas”, “cuidaremos el lenguaje al máximo”, “informaremos de manera objetiva”…
Después de leer esas declaraciones la noche anterior, al día siguiente te levantas pensando en el “plan renove” de la parilla televisiva. ¡Bien! Adiós a los incompetentes que no saben informar, ni conjugar los verbos. Hasta nunca gritos, insultos, comentaristas ignorantes…
Si, hoy va a ser un gran día (o por lo menos lo esperas), y por eso te preparas tu desayuno preferido, porque tienes que celebrar el tan esperado “acontecimiento”. Pero te piensas dos o tres veces el coger el mando a distancia y el encender la televisión, por si todo sigue igual y no ha cambiado nada. Al final, la curiosidad te puede y empiezas a zappear unos minutos, el tiempo que necesitas para comprobar que todo sigue más o menos igual. En el primer canal que eliges al azar, aparece el típico programa de juegos estúpidos para gente igual de estúpida, donde se tiene que llamar para contestar a una pregunta de lo más surrealista y estás como mínimo una hora para que te atiendan (si es que lo hacen). En otra canal aparece la famosa de turno contando no sé que de su vida, y espontáneamente te sale: ¿A caso crees que tu vida me importa?
En fin, ahora es cuando reflexionamos sobre aquello que proponen los directivos de las cadenas, asegurando el funcionamiento, la regularidad y la estabilidad del sistema, en contraposición con lo que verdaderamente producen (disfunciones mayoritariamente).
Quizás esas disfunciones sean propias de canales como Telecinco y Antena3, cuya producción se puede asociar perfectamente a la ya archiconocida telebasura, por que al fin y al cabo esas disfunciones son fruto de ese carácter mercantil inseparable de los medios de comunicación, o lo que es lo mismo “todo por la pasta”.
El momento clave, en el que como dice el dicho “te ríes por no llorar” o cambiar de canal (esto último es aportación personal), es cuando el director de la cadena introduce en su discurso el tan explotado argumento basado en el poder que ejercen los medios de comunicación en la sociedad, seguido por aportaciones como: “por eso tenemos que cuidar el contenido de nuestros programas”, “cuidaremos el lenguaje al máximo”, “informaremos de manera objetiva”…
Después de leer esas declaraciones la noche anterior, al día siguiente te levantas pensando en el “plan renove” de la parilla televisiva. ¡Bien! Adiós a los incompetentes que no saben informar, ni conjugar los verbos. Hasta nunca gritos, insultos, comentaristas ignorantes…
Si, hoy va a ser un gran día (o por lo menos lo esperas), y por eso te preparas tu desayuno preferido, porque tienes que celebrar el tan esperado “acontecimiento”. Pero te piensas dos o tres veces el coger el mando a distancia y el encender la televisión, por si todo sigue igual y no ha cambiado nada. Al final, la curiosidad te puede y empiezas a zappear unos minutos, el tiempo que necesitas para comprobar que todo sigue más o menos igual. En el primer canal que eliges al azar, aparece el típico programa de juegos estúpidos para gente igual de estúpida, donde se tiene que llamar para contestar a una pregunta de lo más surrealista y estás como mínimo una hora para que te atiendan (si es que lo hacen). En otra canal aparece la famosa de turno contando no sé que de su vida, y espontáneamente te sale: ¿A caso crees que tu vida me importa?
En fin, ahora es cuando reflexionamos sobre aquello que proponen los directivos de las cadenas, asegurando el funcionamiento, la regularidad y la estabilidad del sistema, en contraposición con lo que verdaderamente producen (disfunciones mayoritariamente).
Quizás esas disfunciones sean propias de canales como Telecinco y Antena3, cuya producción se puede asociar perfectamente a la ya archiconocida telebasura, por que al fin y al cabo esas disfunciones son fruto de ese carácter mercantil inseparable de los medios de comunicación, o lo que es lo mismo “todo por la pasta”.
1 comentario:
Te has expresado de la mejor manera posible, ya que actualmente, y sobre todo en ciertas franjas horarias, es imposible ver la televisión sin preguntarte en qué demonios piensan los equipos de las cadenas para llevar a la parrilla televisiva ciertos programas,y no puedo evitar nombrar "El juego de tu vida", "El diario de Patricia", "Corazón Corazón", y un sin fín de etc.
Yo me pregunto, ¿Porqué triunfan tanto estos programas? y la respuesta es simple. La gente desde su casa ve por la televisión y a mucha distancia las desgracias agenas y con ello se sienten bien. Se dan cuenta de que la gente que sale en esos programas (tanto famosos como anónimos) no son distintos a ellos, a las personas que escuchan sus historias desde casa.
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