
Los jóvenes y adolescentes de hoy en día se han criado y han crecido en la era digital, en una cultura en la que Internet “lo es todo”. Estos son absorbidos diariamente y durante muchas horas por la pantalla del ordenador, para estas personas, no hay realidad más real que la red (valga la redundancia).
Supuestamente Internet se caracteriza por la pluralidad, es decir, por contener infinidad de websides, redes sociales, espacios informativos… que permiten a los ínter-nautas elegir a su gusto lo que hacer en cada momento. Pero, ¿es realmente así?
Internet también se ha convertido en una Industria cultural que ha desprovisto a los usuarios de su propia identidad y con ello de sus gustos y preferencias ideológicas. Internet, y más concretamente algunos espacios o redes sociales, han acabado fagocitado la pluralidad y la individualidad de los usuarios y han creado un prototipo de individuo a su antojo.
Un claro ejemplo de ello son el Facebook (a nivel internacional) y el Tuenti (a nivel nacional). Aunque parezca increíble, cada segundo, una persona en el mundo se hace miembro de esta gigantesca red social. Son pocas las personas que tienen la capacidad necesaria para escapar de las garras del Facebook, además de una fuerte personalidad que les permita huir del estándar.
Este hecho se puede comprobar en las salas de ordenadores de la UJI. Es sorprendente, e incluso agobiante, comprobar que casi el 80% de los estudiantes que se encuentran, en el mismo momento que yo, en esa sala, están haciendo uso del Facebook o del Tuenti. Terriblemente y sin darse cuenta, están respondiendo al individuo estandarizado que estas redes sociales han creado y que han diseñado para nuestra generación, la generación que se ha mudado a Internet y que vive constantemente pegada a la red. El Facebook y el Tuenti se podrían considerar como una “fiebre” que afecta ya, tanto a estudiantes como a jóvenes empresarios, profesores…
Creadas con el objetivo de permitir a los usuarios mostrar la propia identidad a sus “amigos”, lo que han conseguido estos sitios Web es que todos sus usuarios tengan una identidad, unos objetivos y derivado de ello, una ideología muy parecida (por no decir idéntica). Con todo esto no me refiero a la identidad y a la ideología en cuanto a seres reales y habitantes del mundo físico, sino en cuanto a usuarios de estos espacios virtuales. Estos individuos tienen, en el mundo real, una ideología y una identidad propia que les distingue del resto, y cada uno de ellos formará parte de distintas “tribus urbanas” que les caracterizan como personas. Todo esto desaparece en el momento en el que entras a formar parte del Facebook o del Tuenti, ya que en ese preciso instante pasas a ser como el resto de usuarios, tu individualidad se esfuma. Lo que importa no es mostrarse tal y como uno es, sino mostrarse tal y como los demás quieren verte.
La cuestión es que todos los usuarios de estas redes sociales seleccionan las fotos que muestran al resto de sus “amigos” y deliberan sus comentarios, mostrándose así siempre felices y muy enamorados de todos sus “amigos”, y claro queda que solo se trata de una farsa. Con ello, se están creando versiones idealizadas del verdadero “yo” con el único objetivo de gustar al otro, poniendo en el escaparate lo mejor que tenemos.
Todo esto puede ser un verdadero problema, sobre todo para las adolescentes que, en una etapa muy importante de su vida, sienten la presión de mostrarse perfectas ante el resto, con el único fin de gustar y con ello, aumentar el número de “amigos” virtuales.
Como en todo, hay excepciones que confirman la regla, pero yo me siento como una marioneta, y aunque quiero cortar esos hilos que me atan a todo esto, hay algo que me lo impide, algo que no me deja ser libre.