Nuevas formas de socialización

La socialización es un proceso mediante el cual el individuo adopta los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a su personalidad para adaptarse a la sociedad.

Dentro del proceso de socialización, se distinguen tres tipos. El primero corresponde a la familia, que es el ámbito más cercano al individuo y donde antes aprende a relacionarse con los demás. El segundo, abarca todo el grupo que es ajeno a la familia, es decir, grupos sociales de conocidos, amigos, u otros. Y el tercero, que ha nacido en la última década, recibe el nombre de “socialización a través de los medios de masas”.

Los medios de comunicación de masas proporcionan informaciones, juicios sobre diferentes temas y acontecimientos, y sobretodo, van formando en la población modelos de comportamiento. Además, sus contenidos repercuten en un volumen de población superior al de cualquier otro grupo de socialización.

Estos medios nos ofrecen ventajas en cuanto al modo de establecer relaciones, pero también algún que otro inconveniente. Una de las ventajas es la rapidez con que puedes encontrar un nuevo amigo, en menos de cinco minutos se establece contacto con diversos usuarios. En la vida real, esto no es tan fácil, nos cuesta (a unos más que a otros) formar nuevas amistades y mantenerlas. Uno de los inconvenientes es que poco a poco se va perdiendo el calor humano, en lugar de escuchar la voz de tu compañero solo escuchas el zumbido del ordenador y si quieres estrecharle en brazos…

En la red, los usuarios pueden mentir sin parar, y la única forma de descubrir su engaño es el “cara a cara”. Por esta razón, nos preguntamos si las relaciones que se establecen por medio de la red, son ficción o realidad. Cuantos casos han llegado hasta nuestros oídos, de gente que se enamora de otra sin haber mantenido nunca un contacto real entre ellos, y luego a la hora de verse cuerpo a cuerpo ha sido un total fracaso, porque uno había mentido… y el otro también. No decimos que todos los usuarios mientan, pero sí sabemos que tienen al alcance de su mano, algo que muchas personas desean, cambiarse por otro. Puedes crearte una nueva personalidad y un nuevo cuerpo, o simplemente mejorar las cosas que no te gustan de ti. Doble engaño, engañas al otro usuario y te engañas a ti mismo.

“El mayor peligro de engañar a los demás está en que uno acaba inevitablemente, por engañarse a sí mismo”. Eleanora Dose.



miércoles, 29 de abril de 2009

La terrible invasión del Facebook


Los jóvenes y adolescentes de hoy en día se han criado y han crecido en la era digital, en una cultura en la que Internet “lo es todo”. Estos son absorbidos diariamente y durante muchas horas por la pantalla del ordenador, para estas personas, no hay realidad más real que la red (valga la redundancia).

Supuestamente Internet se caracteriza por la pluralidad, es decir, por contener infinidad de websides, redes sociales, espacios informativos… que permiten a los ínter-nautas elegir a su gusto lo que hacer en cada momento. Pero, ¿es realmente así?

Internet también se ha convertido en una Industria cultural que ha desprovisto a los usuarios de su propia identidad y con ello de sus gustos y preferencias ideológicas. Internet, y más concretamente algunos espacios o redes sociales, han acabado fagocitado la pluralidad y la individualidad de los usuarios y han creado un prototipo de individuo a su antojo.

Un claro ejemplo de ello son el Facebook (a nivel internacional) y el Tuenti (a nivel nacional). Aunque parezca increíble, cada segundo, una persona en el mundo se hace miembro de esta gigantesca red social. Son pocas las personas que tienen la capacidad necesaria para escapar de las garras del Facebook, además de una fuerte personalidad que les permita huir del estándar.

Este hecho se puede comprobar en las salas de ordenadores de la UJI. Es sorprendente, e incluso agobiante, comprobar que casi el 80% de los estudiantes que se encuentran, en el mismo momento que yo, en esa sala, están haciendo uso del Facebook o del Tuenti. Terriblemente y sin darse cuenta, están respondiendo al individuo estandarizado que estas redes sociales han creado y que han diseñado para nuestra generación, la generación que se ha mudado a Internet y que vive constantemente pegada a la red. El Facebook y el Tuenti se podrían considerar como una “fiebre” que afecta ya, tanto a estudiantes como a jóvenes empresarios, profesores…

Creadas con el objetivo de permitir a los usuarios mostrar la propia identidad a sus “amigos”, lo que han conseguido estos sitios Web es que todos sus usuarios tengan una identidad, unos objetivos y derivado de ello, una ideología muy parecida (por no decir idéntica). Con todo esto no me refiero a la identidad y a la ideología en cuanto a seres reales y habitantes del mundo físico, sino en cuanto a usuarios de estos espacios virtuales. Estos individuos tienen, en el mundo real, una ideología y una identidad propia que les distingue del resto, y cada uno de ellos formará parte de distintas “tribus urbanas” que les caracterizan como personas. Todo esto desaparece en el momento en el que entras a formar parte del Facebook o del Tuenti, ya que en ese preciso instante pasas a ser como el resto de usuarios, tu individualidad se esfuma. Lo que importa no es mostrarse tal y como uno es, sino mostrarse tal y como los demás quieren verte.

La cuestión es que todos los usuarios de estas redes sociales seleccionan las fotos que muestran al resto de sus “amigos” y deliberan sus comentarios, mostrándose así siempre felices y muy enamorados de todos sus “amigos”, y claro queda que solo se trata de una farsa. Con ello, se están creando versiones idealizadas del verdadero “yo” con el único objetivo de gustar al otro, poniendo en el escaparate lo mejor que tenemos.
Todo esto puede ser un verdadero problema, sobre todo para las adolescentes que, en una etapa muy importante de su vida, sienten la presión de mostrarse perfectas ante el resto, con el único fin de gustar y con ello, aumentar el número de “amigos” virtuales.

Como en todo, hay excepciones que confirman la regla, pero yo me siento como una marioneta, y aunque quiero cortar esos hilos que me atan a todo esto, hay algo que me lo impide, algo que no me deja ser libre.

jueves, 9 de abril de 2009

PRESOS DE UN NUEVO LENGUAJE



Sin duda alguna, la tecnología ha sido, es y seguirá siendo uno de los más destacados aliados para que la industria cultural consiga su objetivo. Bajo mi punto de vista, estas “maquinas culturales” están transformando la vida cultural debido a su poder de manipulación y modificación de la percepción de una determinada realidad.

Hemos llegado a un punto donde todo vale para ganar más euros que el vecino. Así que, como casi todo ya está inventado, han visto en “la cultura sms” creada por los ciudadanos de a pie, a la perfecta aliada para convertirla en mercancía.
Dicha mercancía se traduce en libros y diccionarios específicos en los que podemos ver reflejados cómo escribir un sin fin de palabras ahorrando el máximo número de letras posibles y el significado de éstas.
La verdad, es que pensándolo fríamente, es el negocio perfecto, ya que se aprovechan de las pobres mentes de la mayoría de la sociedad de unos 40 y tantos “increcendo”, haciéndoles creer que si no saben de la existencia de ese nuevo lenguaje, están desfasados, y lo que es más importante, la comunicación con los jóvenes se verá gravemente alterada.

Esto último, es la estrategia publicitaria o de marketing que llevan a cabo para comunicar la existencia de dichos libros y diccionarios, despertando así el interés de miles de padres desesperados que no entienden a sus hijos cuando por ejemplo, les escriben una nota en la nevera, y presos de la cotidianidad de su subconsciente acaban redactando: “vlvre tard a ksa”, en vez de volveré tarde a casa.
La paradoja está, en que una vez que entran en el mundillo del lenguaje sin vocales, le cogen el gusto, y acaban pidiéndole consejo a sus hijos de cómo escribir un sms lo más corto posible.
Así que, visto lo visto, al listo o la lista, que un día se levantó inspirado/a y pensó en el lenguaje sms como el perfecto aliado para la sociedad un tanto vaga de hoy en día, le ha salido una jugada redonda.

Lo que empezó como un juego, el capitalismo lo ha convertido en producto poniendo en peligro el desarrollo de nuestra propia lengua. Sólo hay que comparar cómo se escribía hace 20 años, y cómo se hace ahora.